Bret Easton Ellis es otro de esos escritores, a lo Charles Bukowski, de los cuales uno podría decir que su fama no se debe a tanto a la calidad de su escritura como al contenido: provocador y, según cómo se mire, terrorífico. Su prosa no es nada del otro mundo, y ni siquiera estoy seguro de que ese aire de frialdad quirúrgica, de apatía, sea intencionado; quizá, simplemente, no sabe escribir mejor. Lo dicho: como Bukowski. Nunca llegaremos a saber si son dos de los grandes escritores de sus respectivas generaciones o los mejores expertos en SEO y Marketing en general. Tampoco creo que importe.

Reseña de Menos que cero, de Bret Easton Ellis.A diferencia de Bukowski, Ellis ambienta sus historias en Los Ángeles, la ciudad pecaminosa por excelencia; en concreto, en la juventud rica y deshumanizada que puebla los barrios pijos y se pasa las horas drogándose y yendo a fiestas en las que nunca falta una violación para crear ambiente. Hablo de historias en lugar de libros porque Ellis dio el salto a Hollywood (o al sub-Hollywood) tras el exitazo de la adaptación cinemtográfica de su novela más conocida: American Psycho. Sí: ESA American Psycho. 

Y, para alimentar todavía más la imagen extraña que debéis de tener ya en la cabeza, dejadme que os diga que la última obra de Ellis fue precisamente un guion original llevado a la gran pantalla por Lindsay Lohan en pleno mono (y deformada para la ocasión por cortesía de la cirugía y sus adicciones)  y un actor porno cuyo nombre de guerra es un juego de palabras con James Dean. La película, por si alguien tiene curiosidad (morbosa), es The Canyons, y no es tan mala como la pintan. En realidad, es igual que cualquiera de las novelas de Ellis, tiene todos sus elementos característicos, y sin embargo la crítica la denuesta. Por el contrario, novelas como Menos que cero, cuyo argumento es el mismo al 99%, son elevadas a la categoría de obra maestra.

Volviendo a Menos que cero, que es de lo que venía a hablar: no está mal. No está mal si sabes a lo que vas. Yo conozco bastante bien a Ellis, tanto por escrito como en sus adaptaciones cinematográficas, así que sabía lo que me iba a encontrar, y por eso disfruté de la novela. ¿Y qué esperaba encontrar? Pues jóvenes deshumanizados, rozando la sociopatía, como protagonistas; drogas, escenas de mal gusto de todo tipo, ausencia de toda clase de sentimiento, bueno o malo, indiferencia, apatía... Un retrato de un estrato social americano de los años 80 descrito desde la más absoluta (y cruel, y terrorífica) indiferencia.

Dicen que ahí está lo interesante de Ellis como escritor: en su frialdad, en su aparente desinterés por las atrocidades que narra, subyace (o eso queremos ver todos cuando leemos una de sus novelas) una crítica social afilada. En concreto, contra esa juventud privilegiada que lo tiene todo y, precisamente por eso, está más que dispuesta a perderlo con tal de pasar un buen rato.

La novela ha envejecido mal, eso es un hecho. Hoy en día, el submundo que nos retrata el autor a través de Clay, un joven universitario que regresa a casa (Los Ángeles) por Navidad, nos resulta muy ajeno. Lo leemos y flipamos un poco con lo mal de la olla que está toda la gente en la novela, sí; pero hasta ahí. En los 80, sin embargo, fue un bombazo. Un escándalo. La sociedad puritana e hipócrita de EE.UU. (que lo era todavía más en aquel entonces) se sintió entre asqueada, ofendida y pillada con las manos en la masa; y los jóvenes convirtieron el libro en una novela de culto, porque decían verse identificados con ella. Salvando las distancias, Menos que cero fue El guardián entre el centeno de su tiempo.

En cualquier caso, como digo, hoy la novela ya no tiene vigencia, porque nos pilla muy lejos de aquello y el impacto no es, ni de lejos el mismo que el que sin duda debía de causar a los lectores de los 80. Siempre es una pena que haya novelas que envejezcan tan rápido, pero es ley de vida.

Por lo tanto, una lectura que solo recomiendo a fans del género o del autor, o a gente con, como decía antes sobre la película de LiLo, curiosidad morbosa. Siempre sabiendo lo que uno se va a encontrar, claro, para no llevarse sorpresas desagradables.

A mí, no obstante, me ha satisfecho bastante. Porque soy así de especialito y morboso. Por esa razón...

Para mí es un 7.5.