Diccionario friki

Esta es una entrada un poco rándom. La idea me surgió hace un par de días, cuando redacté la entrada de mi top 5 de parejas seriéfilas, porque recordé una conversación que había tenido una vez con unos amigos (del mundo real, ya me entendéis). Resulta que estábamos hablando precisamente de nuestras parejas favoritas de las series de televisión, yo me vine arriba y empecé con la jerga: que si «yo shippeo mucho a Fulanito y Meganito», que si OTP... Mis amigos me pidieron que les tradujera al cristiano y luego me llamaron flipado.

El caso es que todos usamos a veces ciertos palabros muy especializados que no todo el mundo entiende. Y se me ha ocurrido que de vez en cuando podría explicar el significado de alguno de ellos, porque uno nunca sabe hasta que punto sus lectores están puestos en un tema, y más en un blog misceláneo como este.

Inauguro el diccionario con unas siglas que suelen dar muchos problemas:

OTP: 'One true pairing', que podríamos traducir por algo así como «la pareja auténtica» o, simplemente, «LA pareja». Se refiere a la pareja a la que un fan idolatra dentro de un determinado libro, serie o película. A uno puede gustarle, por ejemplo, la relación de Hermione tanto con Ron como con Harry y no importarle mucho si acaba con uno o con otro. Ahora bien, continuando con el ejemplo, si uno cree que Hermione y Ron están hechos el uno para el otro y que, si uno de los dos muere, el otro debería guardarle luto toda la vida y no volver a amar jamás, entonces estamos ante una OTP. Una OTP es, en definitiva, la pareja que alguien defiende a ultranza dentro de un determinado fandom: están destinados a terminar juntos y no hay discusión posible, incluso aunque dentro del libro o serie en cuestión nunca lleguen a ser pareja.

¿Os ha quedado claro? ¿Conocíais el término friki en cuestión? Si tenéis sugerencias para el diccionario, estoy abierto a ellas.

5 parejas (fuera) de serie

No soy muy de tops, tags y todas esas cosas, pero lo que sí soy es un shipper redomado. Es decir: me encanta hacer parejitas en las series, películas y libros; si no las hacen las creadores, me las invento yo, y si sí las hacen, pues yo aplaudo y fanboyeo, como tiene que ser. Por eso, cuando vi este top en el blog de Lector en el muro, me dije: «esta idea me la apunto». 

Sin más dilación, os dejo con mis cinco parejas favoritas (algunas más reales y otras menos) de las series de televisión:

1. Aidan & Sally, de Being Human (US)

Being human Aidan Sally gif

Mi pareja seriéfila por excelencia. Creo que la razón de que me guste tanto esta relación es que, incluso cuando él es un vampiro atormentado y ella, un espectro intangible, me la creo totalmente. Es muy real. Por una vez, se ve que, antes que cualquier otra cosa, son amigos y se quieren incondicionalmente. Es maravilloso ver pasar los capítulos y encontrarse a Sally animando a Aidan con sus relaciones, dándole consejos y haciendo bromas sobre su vida sexual con total naturalidad, sin que el director de turno ponga música triste y haga un primer plano de los ojos de Sally para demostrarnos que está profundamente enamorada. Los espectadores no somos tontos, y cuando hay química entre una pareja, se nota. Aidan y Sally están maravillosamente guionizados y mejor interpretados todavía, y su química traspasa la pantalla, tanto cuando hacen de amigos que se apoyan incondicionalmente, como cuando parece que hay algo más. Un amor de los de verdad, de los que basan en querer que la otra persona sea feliz.

2. Rory & Jess, de Las chicas Gilmore

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Antes de que se asentara el concepto de Team X en cuestión de triángulos amorosos con dos chicos de por medio, el mundo ya se dividía entre los que querían que Rory acabara con Dean, y los que querían que terminara con Jess. Y luego las malas personas con taras psicológicas, que apoyaban a Logan. Yo siempre he sido de Jess, y no me voy a extender demasiado: Rory es inteligente, culta, sarcástica y un poco paradita, así que lo que necesita es un chico que le dé un poco de vidilla y, al mismo tiempo, pueda seguir el ritmo de sus conversaciones, no un pelele cursi que le baile el agua. Jess era el chico ideal para ella, aunque tuviera sus problemillas emocionales y necesitara un tiempo para arreglarlos. De hecho, la serie iba a terminar con ellos dos juntos, pero entraron en juego esas criaturas horribles que son a veces los actores, y que tantas relaciones de ficción han destruido con sus idas y venidas.

3. Kevin & Scotty, de Cinco hermanos

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El mejor ejemplo de un matrimonio bien avenido. Se conocieron y se atrajeron al instante, pero no hubo manera de que sus personalidades encajaran. Maduraron, se convirtieron en niños grandes y volvieron a intentarlo. A partir de ahí, como la seda. Como digo, uno de los matrimonios más sólidos que he visto en televisión, incluso aunque a última hora a los guionistas se les fuera la olla y, queriendo crear algo de tensión, se sacaran de la manga unos cuernos que no venían a cuento y eran totalmente inverosímiles. Fijaos si eran pocos creíbles los cuernos, que dentro de la propia serie, todos los personajes se ponían en plan «imposible, te lo estás inventando» cuando se enteraban de lo que había pasado; un claro mensaje de los guionistas, como diciendo «sabemos que no tiene sentido, pero hay que meter un poco de mierda para subir la audiencia».

4. Cary & Kalinda, de The Good Wife

The good wife Cary Kalinda gif

El repelente Logan que mencionaba antes hablando de Las chicas Gilmore se convirtió en el estirado pero adorable Cary de The Good Wife, y si encima lo juntas con esa diosa que es Kalinda, pues ya tenemos el premio gordo, señores. No nos engañemos, el punto fuerte de esta relación es Kalinda, pero porque ella siempre lo es en cualquier trama en la que la pongas. No obstante, la investigadora favorita de la televisión, es conocida por pasarse por la piedra a todo personaje que aparece en la serie, así que son muchos los candidatos a ser shippeados con ella. ¿Y por qué Cary, entonces? Pues porque él sabe darnos ese punto de «me dejo engañar por Kalinda porque estoy enamorado perdido, pero le doy caña cuando se pasa y hago que se disculpe por ser una zorra egoísta». Encajar con un personaje tan complicado como Kalinda es difícil, y creo que Cary ha encontrado el equilibrio, y forman una pareja monísima, al margen de que en la serie sean pareja, no lo sean o no lo sepan ni los guionistas.

5. Nancy & Andy, de Weeds

Weeds Nancy Andy gif

Para mi gusto, una de las no-parejas mejor llevadas de la televisión. La serie tiene sus altibajos, pero la relación de estos dos es impecable. Otras series han jugado mucho con la tensión de «estos personajes se liarán..., algún día. O no». Bones, Castle, The Killing..., hay muchas series que han usado este recurso mejor o peor, pero en Weeds lo bordan. Las temporadas pasan, los personajes van y vienen, pero el evidente cuelgue de Andy por Nancy y lo que quiera que esta sienta por él siguen ahí, aunque rara vez se mencionan explícitamente. Y esto da lugar a dos de las escenas más potentes de la serie, precisamente en el penúltimo y último episodios de la misma. Porque los amores imposibles, no correspondidos o, sencillamente, desincronizados, también tienen tienen mucha ciencia y hay que saber llevarlos, no basta con crear un poco de tensión durante las temporadas y tener al espectador esperando a que se líen de una vez.

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Algún día prometo volver con una entrega de parejas de cine y literatura también...

Bueno, ¿y vosotros qué? ¿Shippeáis mucho en las series?

Soy 'Divergente' (o algo así)

Todo el mundo sabe que uno es más feliz cuando vive en la ignorancia. El equivalente cinematográfico de esto vendría a ser que uno siempre disfruta más del cine cuando entra en la sala sin expectativas de ningún tipo. Eso es, afortunadamente, lo que me ha sucedido con el último bombazo del cine juvenil (adaptación del último bombazo de la literatura juvenil).

No he leído la trilogía en que se basan las películas, y de momento no creo que vaya a hacerlo, porque aunque todo el mundo dice que es muy recomendable, no acaba de ser mi estilo de lectura. Ahora bien, como película de dos horas (y pico), me vale.

Como digo, precisamente por aquello de no ser lector de la saga literaria, por una vez podía ir al cine libre de esos agobios que todo lector tiene en estos casos: «¿habrán quitado aquella escena tan bonita en la que...?», «¿le restarán protagonismo a mi secundario preferido?», «espero que no hagan que la protagonista parezca la típica idiota hiperdependiente del chico guapo». Y, quizás gracias a eso, he podido disfrutar mucho de esta película.

Crítica película Divergente distopía

Para quien no sepa de qué va la cosa, Divergente nos habla de un futuro distópico en el que la sociedad está organizada mediante un férreo sistema de castas que, en teoría, están sujetas a la personalidad de cada individuo. Nuestra adolescente protagonista pertenece por nacimiento al grupo de los aburridos: Abnegación. Sin embargo, cuando le llega el momento de escoger si se queda para siempre en esa casta (con su familia) o cree que encaja mejor en otra, se vuelve to' loca y se va con la gente guay (y un poco violenta de más, para qué engañarnos) de Osadía.

Oh, sí, y un momento antes de escoger Osadía descubre a través de una especie de test de aptitud (mucho más efectivo que el que llevan a cabo en los institutos de nuestro mundo) que en realidad ella es divergente. Y eso es malo, muy malo, porque la estricta sociedad en la que vive teme a los divergentes, y por eso son perseguidos.

Y hasta aquí puedo revelar. A partir de este momento, comienza la parte guay que ya os podéis imaginar, con sus combates, su guaperas sexy pero vulnerable y los modelitos ajustados e imposibles que se calzan últimamente en todas las películas de este tipo.

Crítica película DivergenteLa película, como os digo, está muy bien; al menos, a mí no me aburrió ni un solo segundo durante las dos horas y pico que dura, y creedme que eso tiene mérito, porque soy uno de los mayores defensores del cine de 90 minutos. Sobre si es una buena adaptación o no, eso tendréis que decirlo los lectores, que seguro que sois la mayoría; yo fui al cine con una amiga que se había leído la trilogía, y no despotricó nada a la salida, así que supongo que eso es indicio de que está más o menos bien adaptada.

Los actores, correctitos, pero sin más. Shailene Woodley es una chica con mucho encanto en pantalla, incluso aunque la estén quemando de tanto exponerla (curiosamente, lo mismo que le pasa a otra compañera distópica: Jennifer Lawrence). Una buena prueba de lo mucho que la están quemando los de Hollywood es una secuencia en la que ella está sola con Theo James, Miles Teller y Ansel Elgort y un servidor, que para esto tiene muy mala baba, no puede evitar comentar: «a uno se lo tira en esta película, a otro se lo zumbó en la última que hizo antes de esta, y al otro se lo va a trajinar en la que saca el mes que viene».

Hollywood, ese lugar de trabajo taaaaan duro para una chica joven.

Y sobre Divergente, que de eso va la entrada...


Para mí es un 8


The Americans, T2

Esta última semana he tenido el blog abandonadillo por la carga loca de trabajo que implica el final de curso, pero ya vuelvo a ser libre para darle un poco de vidilla. Voy a empezar haciendo un breve repaso (libre de spoilers) de lo que ha sido la segunda temporada de The Americans. La idea de hacerlo surgió de la enésima vez en que leí la pregunta del millón: «me encanta Homeland, ¿merece la pena que le dé una oportunidad a The Americans?». ¿Cuántas veces se hace esta pregunta al cabo del día? Es curioso, pero es algo que lleva siendo así desde que se estrenó la serie, con esa cabecera que, efectivamente, sí que recuerda bastante a la de Homeland.

Si no conoces The Americans, solo te diré dos cosas: 1) te lo estás perdiendo, eh, te lo estás perdiendo, ¿me oyes? Que las temporadas pasan y tú te lo pierdes. Te lo estás perdiendo; y 2) se parece a Homeland lo mismo que mi madre a Scarlett Johansson. Tanto mi madre como la musa del cine que podría desatascar desagües con sus labios comparten un rasgo esencial: son mujeres. Pues bien, The Americans, al igual que Homeland, es una serie de espías. Fin de la similitudes.

De hecho, si queréis mi opinión totalmente subjetiva, después de haber visto la tercera temporada de una y la segunda de otra, creo que The Americans está ahora mismo en un momento mucho, mucho mejor. Pero no me hagáis mucho caso, porque soy de los que se aburrieron como una ostra con la tercera entrega de las aventuras de Carrie 'Locadeloshuevos' Mathison, y sé que a muchos otros fans les ha parecido una temporada igual de buena que las anteriores.


Volviendo a la serie que nos ocupa, de su primera temporada se dijeron casi tantas cosas buenas como malas. Que los actores estaban correctos, que el guion era sólido, que el tema era interesante y que la ambientación ochentera estaba muy bien conseguida sin caer en las típicas extravagancias en las que suelen incurrir las ficciones que se ambientan en este periodo. No obstante, también se la tachó de ser demasiado fría, de no conectar emocionalmente con el espectador. En resumen: correcta a nivel técnico, pero fría en sentimiento.

Vaya por delante que yo jamás entendí estas críticas. Sin ser la serie más emocional del mundo, la supuestamente poco expresiva Keri Russell me resulta mucho más entrañable en su papel de femme fatale que Claire Danes haciendo pucheros, pero imagino que ahí entran los gustos personales sobre estilos de interpretación.


Sea como fuere, esta segunda temporada, The Americans parece haber sabido escuchar las críticas y aprender de ellas, lo que habla mucho en su favor. Y es que en esta segunda tanda de episodios hemos tenido mucha más emoción, calidez y, sobre todo, se ha hecho más énfasis (aunque ya existía en la primera, ojo) en la dimensión humana del conflicto. Lo importante no son las peripecias de una pareja de espías en plena Guerra Fría: son las peripecias de un matrimonio con hijos en plena Guerra Fría. No son robots, después de todo, sino seres humanos, por muy espías que sean.

Esta segunda temporada ha tratado de explotar eso, dándole también más papel a los hijos. Y en mi opinión, han acertado plenamente, porque no solo los personajes han ganado en profundidad, sino que el propio argumento de la serie resulta más emocionante. Por otro lado, con la trama de Nina y el agente Beeman también han buscado un toque más humano, más personal, y de nuevo les ha salido bien.

En resumen, para mí, esta segunda temporada ha sido mucho mejor que la primera, que ya me parecía buena de por sí. Hay más acción, más intriga, más tensión, y todo ello lo han conseguido explotando la humanidad de los personajes. No deja de resultar curioso como, mostrándonos lo vulnerables que pueden llegar a ser unos y otros, consiguen hacer que la trama de espionaje sea más emocionante.

Y el final es muy bueno, de los que a mí me gustan: cierran las tramas principales de la temporada, pero al mismo tiempo plantan las bases para una tercera temporada potente.

Si no habéis visto la segunda temporada, os recomiendo que os pongáis con ella pronto. Y si ni siquiera habéis visto la primera, mandad a la mierda a la loca de Carrie y concededle una oportunidad a Elizabeth.

Crítica muy, muy seria de Snowpiercer ('Rompenieves')

Hoy he visto Snowpiercer. Es una película muy bonita y muy bíblica sobre el Diluvio Universal, que aquí es de nieve, y el Arca de Noé, que aquí es el Tren de W.

W es un tal Winston o algo así; tiene su logo puesto por todas las esquinas de la película, pero al final no te queda muy claro cómo se llama y por qué Ed Harris parece el hermano moribundo de Ed Harris. 

El caso es que eso: hay un diluvio de nieve (?), el mundo se va a tomar por culo y los únicos supervivientes están encerrados en un tren inventado y dirigido por Ed Harris viejo y arrugado, que en la película de llama W. No explican cómo hace Ed Harris para llegar a fin de mes, pero debe de andar muy justito, porque el tren gasta que te cagas en calefacción, porque ahí todos van vestidos con ropa de verano (o harapos de verano, si eres pobre) aunque fuera el mundo esté en una edad glacial.

El problema es que Ed Harris es maligno, maligno. A la gente que va en businnes la trata bien, les pone discotecas, drogas, plantaciones de marihuana y las típicas comodidades de un tren postapocalíptico; pero a la gente de tercera clase los trata como a perros: los viste mal, les da de comer chocolatinas que luego descubres que están hechas con cucarachas en vez de con cacao y encima les roba a los niños pequeños, porque es como medio pederesta. Un tío malo, vaya. 
No los juzgues por su aspecto sucio: son buena gente
Y claro, los pobres de tercera clase tienen que cambiar eso, que ya llevan casi 20 años en las mismas y no puede ser. Así que organizan un viaje rebelde desde el último vagón hasta el que tiene la W así mayúscula, que es donde vive Ed Harris con los niños a los que secuestra.

El héroe es el Capitán América, que sigue siendo un soso que te cagas y encima en esta película no enseña los abdominales, así que a nadie le importa. Y en vez de Scarlett Johansson, va con él la típica negra chula con sobrepeso de las películas, así que esta parte tampoco le importa a nadie. El tercero de la chupipandi es Billy Elliot, que desde que hizo sadomaso con Lars Von Trier va como de heterosexual o algo; muy extraño todo. Estos tres y un montón de desarrapados sucios inician la revolución y van hacia el vagón de Ed Harris. Por el camino se juntan con un chino y su hija china: él es hacker y ella es una intensa que ve como cosas en su mente; los típicos orientales, vaya.

Hay muchas peleas a cámara lenta con música bonita, y mucha gente muere y otra resulta herida. En algún momento también aparece la mano derecha de Ed Harris, que es Tilda Swinton, a la que alguien ha creído que era necesario hacer todavía más fea poniéndole las gafas y la piñata de Betty la Fea.


Al final, hay diálogos grandilocuentes sobre el sentido de la vida y descubres cosas sobre el equilibrio universal y la condición humana. Es súper profundo, y no te lo esperabas para nada. Resulta que la película es una alegoría. Yo no sabía lo que era eso, pero he buscado en el DRAE y define alegoría de la siguiente manera: «una alegoría es como una metáfora, pero en plan súper bestia».

Así que una vez que Ed Harris nos explica que es todo una alegoría, pues ya nos damos cuenta de que la película es muy buena y que no hay que prestar atención a pequeños fallos como las facturas de calefacción del tren o que Billy Elliot haga de hetero, porque es todo alegórico.

VEREDICTO: Te recomiendo mucho esta película si eres un intenso y te gustan las metáforas a lo bestia. No te la recomiendo si no te gusta la gente fea y mal vestida, porque aquí hay mucha.

La «forma de vida» de Amélie Nothomb

La excéntrica escritora belga lo ha vuelto a hacer: en Una forma de vida consigue darle un nuevo giro de tuerca al juego de la ficción autobiográfica que viene caracterizando gran parte de su obra literaria. 

Para quien no la conozca, Amélie Nothomb es un rotundo bestseller en Francia, acreedora, entre otros, del Gran Premio de Novela de la Academia Francesa. Se distingue por su inimitable estilo de escritura, a caballo entre el humor más absurdo y la ironía más refinada, con un tono que algunos tachan de pedante y otros, de corrosivo y genuino. Una de esas escritoras que no suele dejar indiferente, ya sea para bien o para mal, y que consigue publicar una narrativa que en principio está llamada a ser minoritaria, pero que resulta un superventas en muchos países. Si me permitís la comparación, es una especie de Haruki Murakami a la francesa (o a la belga). 

Uno de los juegos favoritos de esta escritora es convertirse en la protagonista de muchas de sus novelas. Sin embargo, no se trata de autobiografías reales, sino que juega a inventarse su propia historia, llegando, por ejemplo, a describir sus primeros tres años de vida asegurando que por aquel entonces estaba convencida de ser Dios (Metafísica de los tubos, 2001, Anagrama). 

Así se las gasta Nothomb cuando le dejan vía libre, y en Una forma de vida, su decimosexta novela publicada en España, lleva este tipo de ficción autobiográfica al extremo, como os decía en las primeras líneas. 

Una forma de vida narra la historia de una novelista llamada Amélie Nothomb que recibe una carta de un lector suyo que en esos momentos se encuentra destinado en Irak con el ejército estadounidense. Este soldado tiene un problema: los horrores de la guerra lo atormentan, y su única forma de huir de ellos es comer y comer, hasta límites enfermizos

Amélie Nothomb (la Nothomb de la novela) comienza a cartearse con él para conocer más detalles sobre su padecimiento, y aquí se inicia una historia epistolar que esconde una crítica corrosiva hacia la guerra y el ego de los escritores, pero también de sus lectores. 

Reseña de Una forma de vida de Amélie Nothomb.Una novela en la que la autora tiene el valor, o la poca vergüenza, de usarse como ejemplo y convertirse a sí misma en el blanco de la crítica. Un estudio incisivo y despiadado de temas como la guerra, la relación con la comida y el propio cuerpo, el ego, la mentira… 

Como viene siendo habitual en las últimas novelas de esta escritora, la obra está lejos de la calidad de sus primeras publicaciones, pero la he encontrado un escalón por encima de sus predecesoras más inmediatas. Quizá no sea tan divertida, pero desde luego, es una de sus novelas más conseguidas en lo que se refiere al juego de ficción entre escritor y lector. Entre las páginas de Una forma de vida, casi parece que uno pudiera ver a la autora guiñándole un ojo e invitándolo a escribirle una carta. 

Una novela que dejará satisfechos a los fans de la autora belga, pero que quizá resulte un poco árida para los que no la conozcan. Si quieres empezar a leer a Nothomb, posiblemente esta no sea la opción más adecuada; sus primeras novelas sin duda te resultarán más asequibles y entretenidas.

Para mí es un 8.

'Beneath the harvest sky': cine juvenil poco convencional

Beneath the harvest sky es una de esas cintas que te apuñala en el corazón y por la espalda. Doble nivel de dificultad, ahí es nada. Si, como un servidor, te lanzas a verla habiendo leído solo la sinopsis y el elenco de actores, creerás que se trata de una película juvenil de temática realista. Es cine indie, así que no esperas un Nicholas Sparks, pero definitivamente te imaginas un chico conoce chica, un poco de drama exagerado estilo «soy un adolescente y mi vida es una mierda», como mucho, una madre alcohólica...

Esta no es una película de esas. Para nada. Bueno, lo de la madre alcohólica más o menos; y lo de que la vida es una mierda, también, solo que en este caso es real, no una percepción de la realidad distorsionada por las hormonas.

Beneath the harvest sky es dura. No dura como «¡ay, el amor de mi vida se ha ido a la guerra y es posible que no lo vuelva a ver!». Dura de verdad. Dura de las de: «amigo, esto pasa en la vida real. Esto pasa de verdad»
Crítica de Beneath the harvest sky, película indie
Hay una chica, claro. Siempre hay una chica.
Nos situamos en una zona rural de Maine, cerca de la frontera con Canadá. El ambiente es opresivo, gris, la mentalidad de la gente parece un tanto de otra época y el dinero no abunda; o si abunda, no hay indicios de ello a la vista. La mejor opción para la mayoría de jóvenes parece ser terminar la secundaria cuanto antes y ponerse a trabajar, quizá ayudando en la cosecha de patatas, uno de los pocos negocios que sigue funcionando más o menos bien.

Los protagonistas son Casper y Dominic, dos chicos de diecisiete años con pocas expectativas de una vida mejor. Dominic se deja el lomo en la granja de patatas para ayudar a su familia, que se reduce a su madre. Casper, por su parte, vive a caballo entre la casa donde su madre (perturbada mental, en el mejor de los casos) vive con su novio y los hermanos de Casper, y la casa de su padre, que pasa drogas a través de la frontera con Canadá con la ayuda del tío de Casper. Dominic es un buen chico, trabajador, más o menos estudioso y con posibilidades de llegar a algo; pero todo el mundo le dice que perderá estas posibilidades si se sigue juntando con Casper, que es como un huracán, y siempre está peleándose con alguien, cometiendo delitos o insultando a algún profesor delante de todos los compañeros de clase. Ambos tienen un plan: salir por patas de ese condenado pueblo. Comparten un refugio, una casa abandonada, donde guardan el dinero que van ahorrando, uno con el trabajo cosechando patatas, otro con sus trapicheos.

Este es el planteamiento de la historia. A partir de aquí: la vida. 
Crítica de Beneath the harvest sky, película indie.
Es cine indie canónico. Es decir, desarrollo lento, calmado, largos planos de paisajes, música bonita pero más bien melancólica, estética apagada, triste... Quien esté acostumbrado a este tipo de películas, ya sabe lo que va a encontrar. Y a los que no, os animo a darle una oportunidad; al principio puede parecer que no pasa nada y que el avance es lento, pero a la larga te das cuenta de que, de alguna manera, eso encaja con es el espíritu de la historia.

Pocos actores y poco conocidos, pero todos muy solventes en sus papeles. Los protagonistas son, como Dominic, Callan McAuliffe, al que puede que conozcáis de una de las películas más tiernas y recomendables del mundo: Flipped, o también de sus pequeños papeles en Soy el número cuatroEl gran Gatsby; y Emory Cohen, al que habéis hace poco en The place beyond the pines, haciendo un papel muy parecido al que tiene en esta película. Cohen está excelso como Casper. No sé si este chico sabrá actuar cuando le toque un papel en el que tenga que sonreír y ser feliz, pero como adolescente enfadado con el mundo y tirando a sociópata la verdad es que siempre lo borda.

También andan por ahí dos grandes de la televisión: Aidan Gillen (Lord Baelish, si nadie se lo impide) y Carrie Preston (loca pelirroja en True Blood y loca un poco menos pelirroja en The good wife). La Preston tiene dos frases contadas, así que no puedo decir que está excelente, pero seguro que si le hubieran dado otras dos lo habría estado, porque es una estrella. Y Meñique Gillen, que sí que tiene más papel, está muy bien, aunque su personaje es un poco coñazo, porque, siendo honestos, ya está muy visto.
Crítica de Beneath the harvest sky, película indie.
La película es muy bonita. Dura, pero bonita. Como os decía al principio, iba pensando encontrarme la clásica película juvenil de chicos de campo que son muy amigos, fuman un poco de marihuana para hacerse los rebeldes y se quedan con la chica, pero encontré algo muy distinto. Os la recomiendo si os va el cine indie moderado u os apetece probar un drama juvenil que se salga de lo típico.

Para mí es un 8,5.