Todos los cinéfilos tenemos nuestras reivindicaciones personales, un actor o película generalmente tachado de malo o regular, pero que nosotros elevamos a los altares sin vergüenza alguna. Algo semejante me sucede a mí con Chicas malas ('Mean girls') esa icónica película teen del año 2004, con guion de la requetepremiada Tina Fey y protagonizada por la también icónica Lindsay Lohan. LiLo, que, por cierto, así, como quien no quiere la cosa, se está convirtiendo en guest star de todos los posts de este blog.

Chicas malas no era una película de institutos. O mejor dicho: no era solo una película de institutos. Iba más allá y tomaba todos los tópicos del género, los metía en una batidora y luego los servía acompañados de setas alucinógenas para hacerlo todo un poco más surrealista y, de paso, matarnos de risa. Una sátira con muy mala leche y cargada de ironía. Siempre defenderé que es una película exquisita y con un humor muy fino que hay que saber captar.

Otros diréis que es un truño de los que hacen historia. Probablemente llevéis razón, pero Chicas malas es mi reivindicación cinéfila, ya os advertía al principio.

Pues bien, pasando a la película que hoy nos ocupa, G.B.F. es simple y llanamente la respuesta homo a la cinta de Lohan. Es igual de exagerada, surrealista, hilarante y estéticamente pasada de rosca (a.k.a. hortera) que esta. Y también comparte alguna de sus mayores virtudes: es descarada, se atreve a hacer bromas que nadie se atreve a hacer en el cine teen, es meta como ella sola y esconde una sátira finísima debajo de su envoltorio de purpurina y topicazos. Además, es una película muy de su tiempo, igual que lo era la anterior. Como digo, no es otra cosa que su actualización a nuestra época, diez años después, donde el asunto de las chicas malas de instituto ya está un poco olvidado, y lo que se lleva es lo del mejor amigo gay que te aconseja sobre moda, te toca los pechos y te lleva de acompañante al baile de graduación.
Los protagonistas de G.B.F. Mu' monos ellos.
De eso va, a grandes, rasgos, G.B.F. Nos encontramos con dos mejores amigos, ambos marginados, ambos homosexuales (aunque esto solo lo saben sus amigos más íntimos). Tanner se encuentra muy a gusto con su situación y quiere dejarlo estar; sin embargo, Brent tiene un plan maestro para salir del armario de forma espectacular y convertirse en el hombre del momento en el instituto. El problema es que las cosas se tuercen, y el que acaba saliendo del armario ante todo el instituto es Tanner. Y, cuando se convierte en el primer estudiante abiertamente gay del instituto, las tres chicas más populares (en guerra perpetua entre ellas) se enfrentan por convertirlo en su G.B.F: en su gay best friend ('mejor amigo gay').

Esto, como os podréis imaginar, da inicio a una batalla campal en el instituto, que acaba salpicando también al círculo de amigos pringados de Tanner, incluido Brent. Hablando en plata, podríamos decir que se desencadena la Primera Pelea de Perras Mundial. Porque eso es lo que es: una pelea de perras. ¡Y sin complejo ninguno! Ahí reside la magia de esta película: tiene muy claro lo que es y lo que quiere ser, y el primer paso es reírse de sí misma.
La película es, como os digo, divertidísima. Y lo mejor es que no cae en lo zafio, sino que tiene un humor fino, inteligente, incluso cuando hace chistes escatológicos. Además, está trufada de referencias a la cultura pop más actual. Por ejemplo, una de las frases lapidarias que se me quedó grabada en el alma fue la de: «eres más gay que un episodio especial de Glee». Todo el que vea Glee tiene que morirse de risa, necesariamente; y también concederles la razón.

Porque ahí yace la mayor virtud de la película: ¡tiene razón! En todo. Detrás de su surrealismo y su humor irónico se esconde una crítica acertadísima contra ciertos estereotipos, que van desde el tema de la frivolización de la homosexualidad hasta el fanatismo religioso.

En cuanto a los actores, muchas caras conocidas de la pequeña pantalla (al menos para los frikis de mi categoría). Así de primer orden tenemos a Sasha Pieterse, conocida por interpretar a Alison en Pretty Litte Liars, y que en esta película básicamente hace el mismo papel de «soy una mala puta, pero cuando me conoces no puedes evitar quererme». También contamos con la presencia estelar de una de mis comediantes preferidas: la demasiado poco conocida para lo buena que es Megan Mullally. Además tenemos por ahí (voy a lo simple, para no daros mucho la turra) a Luna Lovegood, el protagonista The Hard Times of R.J. Berger y la bitch suprema de Awkward.

Y, por supuesto, el protagonista. A Tanner lo interpreta un actor poco conocido, pero al que un servidor tiene que adorar sí o sí por su papel en United States of Tara, una de las series de televisión a las que más cariño le tengo. Allí interpretaba a Lionel, el amor del personaje más adorable jamás visto en televisión: Marshall Gregson.
Y después de este aluvión de referencias a series (perdonadme, por favor, no lo puedo evitar), vuelvo al principio: hay películas que uno tiene que defender sin importar lo que opinen los demás. G.B.F., para mí, es una de ellas. Porque es inteligente, es valiente, es desternillante y da en el clavo con sus crítica. Además, debajo de toda la sátira, tiene un toque tierno que lo deja a uno con buen sabor de boca. Si no sois alérgicos al cine teen, yo os la recomiendo mucho.

Para mí es un 8.